Amanecer, sentada, observando al mar entre miles de llamas que te rodean. Quedarte
quieta, asustada y tranquila. Saber que nada te pasara porque tienes un héroe
que esperaba a que estuvieras en peligro para salvarte. Y estar
nerviosa por no saber si vendrá.
Chillar su nombre con impasibilidad, pero con
un tono de miedo en la voz. Saber que si no viene le querrás igual. Tener esa
esperanza que duele, porque en el fondo crees que no sirve de nada.
Saber que
se pasa el tiempo como en un reloj de arena. Tu héroe que tanto se hizo esperar
viene. ¿Por qué has tardado tanto? Le preguntas. Me gusta hacerme desear, te
contesta.